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e indicadores. Implica identificar las partes que componen el constructo Buen Vivir con el fin de desarrollar métricas
que permitan su medición.
La definición del constructo Buen Vivir que se obtiene de la Constitución de 2008 es el goce efectivo de los derechos
de las personas, comunidades, pueblos y nacionalidades, en un marco de democracia participativa, primacía del bien
común y el interés general, y de convivencia armónica ciudadana y con la naturaleza (derechos de la naturaleza).
A partir de la literatura de las corrientes de pensamiento ecuatoriano sobre el Buen Vivir se puede definirlo como vida
en plenitud que comprende el logro de la armonía interna de las personas, la armonía social con la comunidad y entre
comunidades, y la armonía con la naturaleza.
La armonía interna de las personas está asociada con el goce efectivo de los derechos del Buen Vivir (derechos
económicos, sociales y culturales), derechos de participación y derechos de libertad (derechos civiles y políticos)
reconocidos en la Constitución. La armonía con la comunidad y entre comunidades está relacionada con los derechos
colectivos de las comunidades, pueblos y nacionalidades reconocidos constitucionalmente a los pueblos indígenas,
afroecuatorianos y montubios. Finalmente, la armonía con la naturaleza se vincula con los derechos de la naturaleza
que, por primera vez, reconoce una Constitución.
Con esta conceptualización, se elabora una propuesta preliminar de un sistema de indicadores del Buen Vivir compuesto
por tres subsistemas (componentes) que corresponden a cada una de las tres armonías. Para cada uno de los subsistemas
se identifican dimensiones y variables o indicadores. Esta identificación se basa en buena parte en grupos de derechos
reconocidos para cada componente en la Constitución.
El primer subsistema se refiere a la armonía interna de las personas y se lo organiza en dos ejes principales: aspectos
objetivos y aspectos subjetivos del Buen Vivir de las personas. La unidad de análisis de este subsistema es la persona.
Los aspectos objetivos comprenden las dimensiones salud, educación, hábitat, trabajo, tiempo libre, participación y
libertad. Incluye también las dimensiones armonía con la comunidad y armonía con la naturaleza, enfocadas desde
la perspectiva de las personas. Los aspectos subjetivos contienen las evaluaciones de la satisfacción con la vida, las
emociones positivas y negativas, la eudaimonía y la espiritualidad. La literatura sobre Buen Vivir pone más énfasis en
la eudaimonía y la espiritualidad que en el hedonismo. La dimensión subjetiva de la espiritualidad requiere una mayor
profundización.
El segundo subsistema corresponde a la armonía social con la comunidad y entre comunidades. La unidad de análisis
es la comunidad. Sus dimensiones son territorio y biodiversidad, autonomía, identidad cultural y no discriminación,
interculturalidad y conocimientos ancestrales, participación y consulta, y plurinacionalidad. Este subsistema requiere
que se profundice la formulación de variables e indicadores. Igualmente, necesita un mapeo de comunidades que
permita luego el levantamiento de información. Una experiencia previa en esa dirección es la realizada por el Sistema
Integrado de Indicadores Sociales del Ecuador -SIISE en 2002 para la elaboración del Sistema de Indicadores de las
Nacionalidades y Pueblos –SIDENPE.
El tercer subsistema se refiere a la armonía con la naturaleza. La unidad de análisis es la naturaleza en términos
generales (aire, agua, especies, ecosistemas). Se compone especialmente de dos dimensiones que se corresponden con
los dos derechos de la naturaleza reconocidos en la Constitución: respeto integral de su existencia y el mantenimiento
y regeneración de sus ciclos vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos; y restauración.
En términos de indicadores, se resalta en el caso del subsistema armonía interna de las personas la inclusión, por
un lado, tanto de medidas de los derechos económicos, sociales y culturales (derechos del Buen Vivir) como de los
derechos civiles y políticos (derechos de participación y libertad) y, por otro, tanto de medidas objetivas como subjetivas
de bienestar. En el caso de estas últimas se destaca la propuesta de calcular la prevalencia del florecimiento y de
indicadores de espiritualidad. Debido a que el Buen Vivir cuestiona el lujo y la opulencia, se propone calcular líneas de
riqueza o de codicia, así como la prevalencia de la opulencia, las cuales pueden basarse en los ejercicios ya realizados
por el INEC para valorar canastas normativas de bienes y servicios. Esto demanda concentrarse no solo en los ingresos,
sino también en la riqueza, para lo cual es necesario empezar a crear bases de datos de la posesión de activos a partir de
registros administrativos como las declaraciones impositivas, patrimoniales, registro de la propiedad, catastros, entre
otros. Es necesario estudiar la dinámica pobreza-riqueza y mal vivir-Buen Vivir. En la dirección de entender mejor la
pobreza, una métrica relevante es el índice de pobreza multidimensional que actualmente está discutiendo la Comisión
Interinstitucional de Estadísticas de Pobreza creada por el INEC.
Lo anterior, se puede complementar también con la elaboración de una tipología de bienes que permita estudiar el
consumo conspicuo u opulento: bienes que satisfacen necesidades básicas, bienes que satisfacen deseos legítimos,
bienes posicionales que satisfacen deseos ilegítimos (bandwagon, snob, “Veblen”). En este subsistema, se incluye una
métrica innovadora realizada por René Ramírez (Ramírez, 2012), la esperanza de vida saludable bien vivida, que se basa
en estadísticas del uso del tiempo para estimar el tiempo destinado a la producción y consumo de bienes relacionales,
así como también la pobreza de tiempo o el índice de exceso de tiempo de trabajo propuestos por Boltvinik (Boltvinik,