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Yannira Chávez y Paúl Medina
Analíti a
k
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Revista de Análisis Estadístico
Journal of Statistical Analysis
1 Introducción
Al momento de plantearse la medición de la pobreza
en el Ecuador surgen algunas interrogantes, entre las que
podemos destacar dos: ¿qué indicadores para diferenciar
la pobreza debemos observar? y ¿cuál es el gasto relevante
para medir el bienestar de las personas de una sociedad?.
Acerca de la primera pregunta, la literatura al respecto
permite observar que el indicador establecido en el Ecua-
dor [14] se basa en la división
per cápita
de los recursos
totales del hogar. Esto supone una distribución uniforme
de aquellos al interior de los hogares y que los diferentes
miembros tienen las mismas necesidades, independiente-
mente de su edad, sin considerar la existencia de econo-
mías de escala en el consumo. Por un lado, el dividir los re-
cursos de cada hogar entre el número de miembros que lo
habita para posteriormente, comparar el bienestar de am-
bos hogares, implica suponer que los miembros del hogar
tienen las mismas necesidades. Por otro lado, en el hogar se
producen economías de escala en el consumo, debido a la
presencia de bienes familiares o bienes públicos; por ejem-
plo: dos personas viviendo juntas pueden disfrutar del uso
de la vivienda o la calefacción sin necesidad de gastar el
doble que una persona sola.
La segunda pregunta requiere una comprensión clara y
completa del comportamiento, composición y tamaño de
las familias u hogares de una sociedad. Se puede pensar
que al interior de las familias se reúnen todos los ingresos
obtenidos por cada uno de sus integrantes, para ser distri-
buido según las necesidades de cada uno de sus miembros.
Esto implicaría suponer que los integrantes del hogar están
dispuestos a entregar todos sus ingresos para la canasta bá-
sica, lo cual es un suposición arriesgada, ya que no siempre
los miembros del hogar están predispuestos a entregar to-
dos sus ingresos. Por todo lo señalado, el presente estudio
considerará como hipótesis fundamental que
el bienestar se
puede medir a través de la proporción del gasto en alimentos den-
tro del gasto total
; la proporción del gasto en alimentos sería
un indicador inverso del bienestar de la familia; es decir
que, mientras mayor sea el gasto proporcional en alimen-
tos, menor será el nivel de bienestar [15].
Considerando las limitaciones mencionadas, en este es-
tudio se presentará una nueva alternativa en la que se hace
uso de las escalas de equivalencia, que muestran el costo
de vida relativo y el gasto en función del adulto equivalen-
te entre familias de diferente tamaño y composición.
Las escalas de equivalencia son valiosas cuando se
quiere convertir alguna medida de recursos del hogar a
recursos individuales de los miembros que lo habitan. Se
tomará en cuenta el tamaño del hogar así como su compo-
sición, en lugar de utilizar simplemente recursos totales o
per cápita. Las escalas de equivalencia son, entonces, una
medida de variación en el ingreso que es necesaria para
conseguir que hogares de diferente composición y tamaño
obtengan el mismo nivel de bienestar. El concepto se deriva
de la teoría del costo de los niños [8], que analiza un hogar
integrado por niños y los costos asociados en la presencia
de los mismos, como son: salud, pañales, ropa, juguetes,
etc. Además, considera los costos asociados al conjunto de
bienes y/o servicios compartidos por todos los miembros
del hogar, como son: alquiler de la vivienda, cocina com-
partida, servicios básicos, entre otros.
La literatura revisada [15, 16, 20], clasifica las escalas de
equivalencia de la siguiente manera, según la manera de
calcularla:
Escalas de comportamiento
: se estiman a partir del
gasto observado [15].
Escalas paramétricas
: se calculan a partir de una for-
ma funcional, con parámetros explícitos que reflejan
el grado de economías de escala y la equivalencia por
unidad de consumidor de los miembros del hogar
[15].
Escalas expertas
: se construyen en base al criterio de
investigadores o expertos [20].
Escalas subjetivas
: se estiman a partir de la percep-
ción subjetiva de las personas sobre sus necesidades
y los gastos necesarios según composición demográ-
fica [16].
La metodología más utilizada para construir escalas de
equivalencia de comportamiento en países como Paraguay
[3], Argentina [4], Chile [8] y Japón [18] ha sido a través de
la estimación de la curva de Engel [20]. La literatura para la
estimación de la curva de Engel es amplia. El trabajo bási-
co para esta clase de estimaciones fue el realizado por Wor-
king en 1943, quien determinó por primera vez una forma
funcional de la curva de Engel, la cual resultaba de consi-
derar la participación de los bienes dentro del presupuesto
como función lineal del logaritmo del gasto total [19].
Lesser analiza, en 1963, el uso que diferentes autores hi-
cieron de la forma funcional planteada por Working, para
lo cual establece pruebas matemáticas con el objetivo de
estimar la curva de Engel, y verificar el ajuste estadístico
y su capacidad para representar adecuadamente la mues-
tra. Los estudios realizados permitieron comprobar que la
forma funcional que mejor se acerca a una adecuada es-
pecificación de la muestra es la propuesta por Working en
1943 y, por tanto, recomienda su uso.
Asimismo, existen otras corrientes alternativas para la
estimación de la curva de Engel, entre las que podemos
destacar:
Brown y Deaton, en 1972, consideraron un análisis
estático de las preferencias del consumidor [19].
Deaton y Mellabuer, en 1980, establecieron una apro-
ximación de primer orden a un sistema de demanda
[19].
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Analítika,
Revista de análisis estadístico
, 2 (2012), Vol. 4(2): 7-24