Juan Carlos García y Patricia Cortez
Analíti a
k
4
Revista de Análisis Estadístico
Journal of Statistical Analysis
Esto corresponde al 2,8 % del total de mujeres encuestadas
a nivel nacional en ese año.
Por otro lado, considerando los datos ponderados pa-
ra la misma provincia y el mismo año (ver Tabla 2 del B),
se observa una frecuencia de 53.126; ella indica que cada
mujer, perteneciente a la PEA y en edad laboral representa
aproximadamente a 138 mujeres de las mismas caracterís-
ticas; esta frecuencia corresponde al 1,8 % del total de la
muestra ponderada de ese año.
Este breve análisis ayuda a apreciar, en la muestra pon-
derada, la distribución de la mujeres en edad laboral que
pertenecen a la PEA.
4.2 Selección de variables
La participación de las mujeres al mercado laboral es un
suceso que, sin duda alguna, engrandece la calidad del tra-
bajo, pues desarrolla la productividad y el crecimiento. En
el ámbito familiar, se elevan el poder adquisitivo, la segu-
ridad económica y la participación de la mujer en la toma
de decisiones en el hogar.
Contrariamente a los efectos positivos que conlleva la
participación femenina en el mercado laboral, no se ha pro-
porcionado suficiente atención al hecho de que la mujer
continúa siendo la primordial encargada de la crianza de
los hijos, de la atención y el cuidado de los miembros de la
familia y de las labores domésticas.
Por tal motivo, la selección de variables que impulsan
la participación laboral femenina puede convertirse en una
tarea ardua si no se cuenta con apoyo bibliográfico perti-
nente. En este caso, se ha revisado investigaciones previas
[1, 4, 11, 12, 13] conducidas en países con similares caracte-
rísticas a Ecuador, para poder vislumbrar las variables que
influyen en la participación laboral de la mujer. A conti-
nuación, se las presenta.
4.2.1 Edad
La edad es uno de los factores que influyen de manera
determinante en la inserción de la mujer al mercado labo-
ral. Al evaluar la tasa de participación laboral, por tramos
de edad, se evidencia un comporatmiento similar a ciertas
edades. En la Figura 8 del C, se observa que, a lo largo del
tiempo
4
, las mujeres que se encuentran entre 10 y 19 años
son las que menos participan del mercado laboral. Las que
se encuentran entre 20 y 44 tienen la mayor participación,
y en ellas se observa un cierto patrón constante de com-
portamiento. Por último, las mujeres mayores de 45 años
tienden a bajar su tasa de participación. La Figura 3 resu-
me y ratifica lo mencionado en [8]; esto es: la posibilidad
de que una mujer trabaje por remuneración aumenta con
la edad, hasta los 45 años, salvo maternidad.
0,00%
10,00%
20,00%
30,00%
40,00%
50,00%
60,00%
10 a 14 15 a 19 20 a 24 25 a 29 30 a 34 35 a 39 40 a 44 45 a 49 50 a 54 55 a 60
6,98%
22,52%
44,98%
54,29%
56,91%
59,06% 59,17%
57,58%
52,76%
45,56%
Porcentaje
Edad
Par cipación laboral por edad
Muestra total
Figura 3.
Porcentaje de mujeres en edad laboral que pertenecen
a la PEA, clasificado por tramos de edad. Los resultados corres-
ponden a la muestra de las mujeres del conjunto laboral. Incluye
todas las observaciones, desde el año 1990 al año 2011. Fuente:
Elaboración propia a partir de la ENEMDU, considerando al pe-
riodo 1990 - 2011.
En la Figura 8 del C puede apreciarse que, a partir del
año 1990, la participación laboral de mujeres comprendidas
entre 20 y 60 años crece pausadamente; lo que indica que
las mujeres se han incorporado con mayor fuerza al merca-
do laboral en las últimas dos décadas. Sin embargo, las que
más participan son las mujeres de entre 20 y 44 años. Otro
resultado importante que se extrae es el hecho de que el
trabajo infantil femenino se ha reducido considerablemen-
te, pues en el año 2011 apenas alcanzó un 2,79 % para las
mujeres de entre 10 y 14 años.
De manera resumida, puede decirse que la actividad
laboral de las mujeres crece sostenidamente hasta los 25
años, para luego estabilizarse hasta los 44 años, y caer brus-
camente a partir de los 45. Este comportamiento guarda
relación con el hecho de que entre los 25 y 44 años la mayo-
ría de mujeres se dedican a las tareas domésticas y de ma-
ternidad. Sin embargo, el hecho de que esa variación sea
pequeña, indica que una buena proporción de mujeres no
abandona el mercado de trabajo por cumplir con las men-
cionadas actividades.
4.2.2 Educación
En materia de educación, las mujeres han logrado equi-
parar e incluso superar lo conseguido por los hombres.
En la mayoría de periodos, las mujeres alcanzan niveles
promedio de educación más elevados que aquellos de los
hombres. Un mejor resultado educativo otorga a las mu-
jeres los conocimientos y habilidades principales que re-
quiere el mercado de trabajo. En la Figura 4, se evidencia
esta tendencia. Entre los años 1990 y 1999, se observa un
mismo comportamiento en los niveles de educación bási-
ca y educación media, en los que las mujeres superan a los
4
Se ha ecogido los años 1990, 1995, 2000, 2005 y 2011 con el fin de visualizar un resumen de los resultados obtenidos.
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Analítika,
Revista de análisis estadístico
, 2 (2012), Vol. 4(2): 27-53